viernes, 13 de noviembre de 2015

Ternura en las estrellas

Y la más lista se constipó.

No había ocurrido desde aquel día en que nació la más joven de todas. Hacía calor y la hermana más grande decidió ponerse cerca de la salida, así que se resfrió.

Claro, que con tantas como son, raro es el día que no le pasa algo a alguna. Menos mal que entre ellas se cuidan y quieren mucho y aunque las miremos con telescopio, no nos damos cuenta de estas historias.



PD: historia inventada después de sacar dos palabras de mi frasco de palabras: ternura y estrella. :-)

Sereno corazón

El discípulo le preguntó a su maestro:

-Maestro, ¿cómo es vivir con un corazón sereno?

El maestro no contestó enseguida. Le gustaba meditar las respuestas y hablar con el corazón. Quien le escuchaba sentía que sus palabras eran su experiencia y comprendía que en ellas estaba su vida reflejada.

Por fin, habló:

-Lo que uno piensa, lo que uno dice y lo que uno hace han de convivir en armonía.

 

PD: historia inventada después de sacar dos palabras de mi frasco de palabras: sereno y corazón. :-)

Piruleta de nube


Había una vez una niña que siempre soñaba despierta y estaba "en las nubes" según su madre. Al ver a su hija mirar al cielo la reprendía, pero no muy convencida. Pensaba que en los sueños que se tienen despierto no se está nada mal y que por eso, podía dejarla estar "ahí" un poquito más.

La niña creía que lo que soñara con mucha fuerza se cumpliría, así que siempre intentaba que no faltara ningún detalle para que luego no hubiera fallos.

La piruleta que de vez en cuando le compraba su madre en la panadería le parecía riquísima, pero se le ocurrió que podía tener un sabor diferente: ¡a nubes! Las nubes recorrían todo el planeta y seguro que tenían sabores distintos en cada lugar y la lluvia que llovían también sabría distinto; habría lluvia con viento que acaricia las cumbres de las montañas o lluvia con olor a tierra.

Cuando creciera, quería viajar y conocer todos estos sabores de primera mano para poder crear una comida inspirada en lo que sientes en ciertos sitios: en los campos de arroz de los valles de China; en las lagunas más profundas y azules que el hombre haya podido ver; en los acantilados que están junto al mar rizado que los azota y modela. ¿Qué sensaciones nacerían al estar allí? Lo averiguaría y lo plasmaría en ricos platos que hicieran viajar a la gente con cada bocado.

Y ¡les pondría nombres exóticos también! Como por ejemplo: sopa de lluvia de la selva húmeda con cachitos de la tierra que le vio nacer; ensalada con hojas de los trópicos y cielos nublados; café de semillas nacidas en las montañas africanas llenas de verde y selección de galletas elaboradas con ingredientes de los cinco continentes.

¡A comeeeer!

La niña dejó su piruleta y sus ensoñaciones y salió corriendo para ver qué rica comida había preparado madre ese día.

PD: historia inventada después de sacar dos palabras de mi frasco de palabras: piruleta y nube. :-)

viernes, 25 de septiembre de 2015

A veces la vida te desvía un poco

La belleza es la apreciación, la sensibilidad a las cosas que a uno lo rodean: la naturaleza, la gente, las ideas.
(J. Krishnamurti)
A veces la vida te desvía un poco de lo que parece tu camino para mostrarte simplemente la belleza.
Había quedado con unos amigos en la salida del metro de Sol, la que da a la calle Mayor, y cuando llegué, tardé en verlos porque estaba en el otro lado de la boca.
Mientras esperaba, pude ser testigo de una escena que no me pasó desapercibida por la pureza que destilaba.
En la Puerta del Sol puedes ver de casi todo; desde un artista que pinta en un minuto una escena de un bosque de noche sobre un cristal, hasta un grupo de mariachis cantando "El mariachi loco". Y gente, mucha gente; de todo tipo: bajitos, altos, que chillan, que se van comiendo un helado, rubios, con calcetines y sandalias, que esperan, con cara de despistados, de listillos, a verlas venir...
Pero ese día destacaba, por un brillo especial que luego descubrí por qué era, una chica de tez blanca y melena castaña que miraba de vez en cuando su reloj y que supuse estaba esperando a alguien, como la mayoría de los que estábamos parados por allí.
Era delgada y su ropa delataba que le gustaba cuidar el detalle.
Me despisté un momento mirando a un artista de esos que parecen flotar en el aire por arte de magia y cuando volví a mirar a la chica, como una amapola en medio de un trigal, su tez sonrosada brillaba. Miraba hacia el suelo y sonreía de una manera medio boba.
Acertó a levantar la  mirada y dirigirla hacia un punto que estaba un poco más a mi derecha. Al girarme, pude ver a un chico alto, bien vestido, "guapete", que se dirigía hacia ella.
Como si estuviera tratando de cruzar un río, parecía no poder hacerlo en línea recta e iba esquivando a todas las personas que se le cruzaban por delante. Incluso, yo diría que prolongó más la situación, driblando innecesariamente a algún transeúnte que no estaba en su camino.
Mientras tanto, la chica bajaba y subía la mirada y reía cada vez que el chico esquivaba a una persona.
Cuando llegó hasta donde estaba ella, el saludo fue tímido; dos rápidos besos en la cara, acompañados de unas risillas nerviosas sin llegar a mirarse directamente.
Él era más alto que la chica y ella miraba con timidez de vez en cuando hacia arriba. Él hacía un gesto como si estuviera esperando a alguien más, pues miraba alrededor, como buscándolo.
Después de un rato de no sé si mucha conversación, pero sí muchos nervios, los perdí entre la multitud.
Yo encontré a mis amigos, que estaban desde hacía rato esperándome, e imaginé cómo, en algún momento de la tarde, esta tierna pareja atinó a cogerse de la mano y, quién sabe, si a darse su primer beso.

viernes, 28 de agosto de 2015

Canciones y Cuentos: Songs and Rhymes for Bilingual Storytimes

En esta entrada quiero hacerme eco de un artículo publicado en una página sobre literatura infantil y juvenil: http://www.slj.com/. En ella, aparece un artículo en el que se habla del uso de canciones en la educación de niños pequeños.

Este artículo habla de cuentos y canciones y se hace referencia a libros que ayudan a los maestros y padres a que los niños vayan aprendiendo nuevas facetas del lenguaje mediante el juego y la diversión.

Una de las cinco prácticas de una enseñanza temprana es cantar y por una buena razón: ayuda a desarrollar una sensibilidad fonológica, a la comprensión y amplia el léxico. Las rimas y los modelos vocales que se enfatizan al cantar en alto ayudan a los niños más pequeños a escuchar y jugar con los sonidos más pequeños para crear palabras. (traducido del artículo)

Entre los libros que destaca el artículo está Luces de feria, que escribió mi buen amigo Fran Nuño y que ilustró mi otro buen amigo Enrique Quevedo; dos señores artistas que publicaron esta belleza de libro y que el articulista destaca por su imaginación y esa invitación a la diversión que hace al lector.

Preescolar-niños: Para niños preescolares listos para disfrutar de un viaje deliciosamente extraño a un parque de atracciones, este cuento en español presenta un viaje de un niño con su padre a un parque de atracciones en un tren que transporta una momia, a Drácula y a Frankenstein, además de otros viajeros. Hay una sala de espejos, que devuelve un reflejo que hará preguntarse a los niños quién o qué podrían ser este niño y su padre. El parque se jacta de tener un Castillo del Terror con extrañas, pequeñas y silenciosas criaturas. Pero también hay más atracciones clásicas como la noria y también la típica comida de las ferias, no muy saludable. Las ilustraciones de Quevedo hacen de este viaje a la feria algo surrealista; una aventura que fomenta la imaginación. (traducido del artículo)


Junto a cada libro, recomienda música o canciones para cantar aprovechando el momento. En el caso de Luces de feria, recomienda contar esta historia el Día de los Muertos (festividad en algunos países que podemos comparar con el día de Todos los Santos en España o el cada vez más omnipresente, Halloween) y cantar una canción tradicional de Costa Rica, llamada "Los esqueletos". En esta canción hay esqueletos que comen arroz, van al teatro, bailan y saltan y hacen más cosas divertidas.

Otros títulos que recomienda el artículo (que me ha parecido muy divertido por esa mezcla del inglés y el español) son:

Sobre animales: 

Julia Paschkis - Flutter & Hum: Animal Poems/Aleteo y zumbido: Poemas de animales.
La canción que recomienda al hilo de esta lectura es "Los animales cantan", pero la verdad es que con animales tenemos muchas canciones.

Ashley Wolff - Los pollitos dicen/The Baby Chicks Are Singing
La canción sería “Los pollitos”, que se puede encontrar en You Are My Little Bird (Smithsonian Folkways).

Nanas en español:

Laura Lacámara. Floating on Mama’s Song/Flotando en la canción de mamá. (ilus. Yuyi Morales).
Recomienda la famosa“Twinkle, Twinkle, Little Star” o en español, “Estrellita”. Canciones que se pueden encontrar haciendo clic en http://ow.ly/O924K.

Nancy Tillman. La noche en que tú naciste.
La canciones recomendadas en esta ocasión son las recogidas en Putumayo Kids’ Latin Dreamland, con canciones que van desde "Cielito Lindo" a "A Jardineira", pero también hay tantas canciones suaves que se puede elegir cualquier nana que nos sepamos.

Cántame una historia:

René Colato Laínez. ¡Vámonos! Let’s Go! (ilus. Joe Cepeda).
Unido a canciones típicas de salidas al campo, excursiones y viajes (se me vienen unas cuantas, pero la que recomienda es "Las ruedas del autobús").

Helen Kraljic. El cuento del lobo. (ilus. Anna Laura Cantone).
Aquí no hay lugar a dudas y recomienda sin vacilar: “El reino al revés” de Maria Elena Walsh.

José Lozano. Little Chanclas.
Dos Manitas, Diez Deditos” es una canción que refuerza sus habilidades para contar.

La verdad es que este artículo contiene muchísima información. Me parece muy interesante para padres, maestros y todos aquellos profesionales que tienen contacto con los niños y las historias (bibliotecarios, cuentacuentos...). Espero que os haya gustado.

domingo, 19 de abril de 2015

Me acuerdo de…


Me acuerdo de…

...cuando mi padre cantaba en francés a su manera “J'Attendrai” mientras yo estaba en mi habitación y me decía que yo no sabría cantar.

...cuando mi padre comía naranjas. Les quitaba el culo y la corona con el cuchillo y luego hacia tajos en la piel a modo de meridianos y le arrancaba la piel siempre con la mano. Luego, la abría también en gajos, nunca partiéndola por el medio.

...cuando mis padres escuchaban una zarzuela y mi madre se enfadaba con mi padre porque siempre silbaba todas las canciones y no le dejaba escuchar tranquila.

...cuando mi hermano y yo estuvimos chistando e insultando desde la terraza a los que pasaban por la calle y nos escondíamos, hasta que bajó el vecino del 7º y subió la vecina del 5º.

...cuando mi sobrina tenía dos añitos y me saludaba con una patada al aire (gracias a Dios, porque si me llega a pillar en la espinilla alguna vez, me hubiera roto la tibia y el peroné con sus zapaticos) y también lo adornaba todo sacándome la lengua.

...cuando mi hermano mayor nos convenció de que si plantábamos los palos de los polos, crecerían poleros.

Cuando me golpeé el dedo jugando al rescate y se me salió el líquido del nudillo. Me miraron por rayos X y yo veía las estrellas cuando el médico me estiraba el dedo, pero no decía nada.

Cuando mi madre me llevaba al practicante para que me pusieran una inyección y me sostenía en su regazo. Recuerdo el olor que había en la clínica y el papel de payasos de la pared.

...cuando hice la comunión, fuimos al Parque de Atracciones a celebrarlo y me tiraba con mis hermanos por la “Alfombra mágica” y hacíamos carreras con nuestros primos, pero mis zapatos tenían un tacón tan gordote, que nos frenaban y no llegábamos nunca a la meta.

...cuando entré en la facultad de Filología el día que empecé el máster en Traducción y tuve la sensación de haberme matriculado en 6º año de la carrera.

...cuando metía la mano en el bolsillo de la bata de mi abuela y siempre me encontraba un Sugus.

...cuando murió mi abuela. Estaba comiendo lentejas y  no entendía por qué lloraba mi madre si mi abuela parecía que estaba dormida.

...una pegatina que tenía mi tío en la ventanilla de su 127. Era una india con plumas verdes y cuando venía a buscarnos los días que llovía para llevarnos al cole, recuerdo cómo ponía los limpias (siempre me ha gustado ver cómo funcionan los limpias).

...cuando me lancé desde un columpio y me golpeó en la espalda, dejándome sin respiración. Si no es por mi hermano mayor, hoy no estaría escribiendo esto.

...la primera vez que se le cayó a Tomasa la cabeza rodando y dejó de llorar, y se lo quisimos esconder a mi madre. Tomasa es una muñeca bebé que quise llamar Milagritos, pero no hubo manera; con dos hermanos varones, al final se quedó con Tomasa. Cuando jugábamos con ella y su hermano, Carlos muñeco que en principio fue una muñeca, hasta que se quedó sin pelo, se le cayó “por accidente” la cabeza y el mecanismo por el cual lloraba dejó de funcionar.

...cuando “el Pera” me sacó a la pizarra en clase de Química y tuve que hacer una fórmula que llevaba sodio. Con los nervios escribí So y por muy rápido que quise borrarlo y explicarle al profe que ya sabía que era Na, no hubo manera, me dejó ahí para burlarse un rato (con cariño).

...cuando fui a Estocolmo con mis amigas y estábamos viendo un maratón que pasaba cerca del albergue. Vimos pasar a un español y le empezamos a animar con tantas ganas que el pobre se volvió para saludarnos y le dio un tirón (estábamos por el kilómetro 40…). :-[

...cuando salía hace años a la sierra con mis amigas los fines de semana y poníamos a Joaquín Sabina, Pedro Guerra o Ismael Serrano en el coche. Esos días eran geniales, pero no solo por salir al campo, porque también esos momentos en el coche lo eran.

...cuando a mi prima le entró la risa tomándonos las 12 uvas y se atragantó. Mi tío la puso boca abajo y la hizo escupir todo.

...cuando trajeron la tele en color a casa. Era una Grundig y yo recuerdo subir rápido del cole porque no me creía que Espinete era rosa.

...el bote que pegué cuando me ofrecieron traducir el primer cuento.

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Hace aproximadamente un año, estaba haciendo un curso de escritura de cuentos y Jorge (Gonzalvo, nuestro profe) nos mandó hacer este ejercicio. Fue muy tierno y divertido, porque cuando leíamos los recuerdos de los compañeros, nos venían más recuerdos a nosotros. Si quieres, prueba a hacer tu propia lista de recuerdos. Y si te apetece, compártela conmigo. 

viernes, 17 de abril de 2015

Fresa, una historia inacabada

Fresa
Fresa estaba junto a la puerta de la frutería, pero la frutería estaba cerrada.

Le venían a la mente imágenes que no podía hilvanar. Recordaba cómo le gritaban los plátanos y un kiwi le decía algo por lo bajini. Las naranjas estaban histéricas, pero las fresas no decían ni mu. Si no fuera porque su color natural es el rojo, diría que recordaba cómo se morían de la vergüenza.

Pero ¿por qué sólo podía recordar esas imágenes y por qué estaba ahora allí sola?

Cuando intentó moverse, sintió un gran dolor en su parte posterior. Vio que estaba perdiendo jugo por un lado y que tenía una raja muy grande. Supuso que habría habido alguna pelea y las cosas debían de haber llegado a mayores, pero no lo recordaba.

¿Y si la frutería no abría hasta la mañana o la semana siguiente?… ¡¿Qué iba a hacer?!

De repente, sintió cómo una mano la agarraba y caía en el bolsillo de un delantal junto con unos trozos de pan, una libreta y un lápiz, unas gomas elásticas y un trozo de algo que no sabía muy bien qué era.

Fresa no sabe qué ha pasado ni tampoco lo que va a pasar. ¿Me ayudas a acabar esta misteriosa historia? 
Quizá quien la agarró es el frutero y simplemente la va a tirar a la basura cuando abra, pero después, ¿quién sabe lo que puede pasar? 
O quizá no es el frutero, sino un señor de Logroño que pasaba por allí. 
Y ¿qué ocurrió para que Fresa estuviera malherida y desmemoriada? 
¿Habría habido una rebelión en la frutería? 
¿Por qué las fresas no la defendieron, si es que el resto de frutas le estaba atacando...?
¿No es alucinante tener en tu poder el control de lo que va a pasar en el futuro y de lo que pasó en el pasadoPuedes echarle imaginación y encontrar las claves para saber qué pasó y qué pasará... 

El final que más mole, será publicado en el blog para que todos podamos leerlo. 

Escrito por Amalia Martínez Céspedes

lunes, 30 de marzo de 2015

El mono loco

Rodolfo,  el mono loco, dice que se ha cansado de comer plátanos. Que le parecen muy aburridos y ya no le gustan. Ha decidido que quiere probar otras frutas.

Prueba la manzana verde, pero le parece muy ácida; la roja, muy pesada.

Prueba la pera y dice que la encuentra demasiado acuosa.

Las cerezas le parecen agotadoras con tanto hueso. Además, tiene que comerse muchas para que le llenen.

Las fresas no le desagradan y, durante un tiempo, sigue comiéndolas, pero siempre tiene que cepillarse muy bien los dientes para sacarse todas las semillas.

Los pelitos que tiene la piel del kiwi le dan dentera.

La piña no hay quien la abra, igual que el coco.

Las uvas le gustan. ¡Parece que ha encontrado su nueva fruta!

Hay vides cerca de su casa y puede cogerlas fácilmente. Pero un día, aparece un coche y del coche sale un hombre que lleva un rifle y ¡le empieza a disparar!

¡Pobre Rodolfo! ¡Qué susto se da! Definitivamente, las uvas no son recomendables.

No sabe qué fruta probar ya. Va de un lado a otro y no encuentra ninguna que le guste y esto también le aburre, aparte de que está hambriento.

Se pone triste porque piensa que nunca encontrará una fruta que le haga feliz.

Y ¿por qué los monos comen siempre plátanos? Se lo pregunta a su madre y esta le contesta que siempre ha sido así. Pero ¡es que eso era lo que le resultaba aburrido!

- Cariño, desde que el mundo es mundo, los monos comemos plátanos porque están ricos, nos dan fuerza, vitalidad y, gracias a ellos, nos sentimos felices de poder trepar a los árboles, colgarnos de sus ramas, jugar y ver estos maravillosos atardeceres que cada día nos regala el cielo.

Rodolfo no dice nada. Se queda pensativo y mira el majestuoso atardecer que le está regalando el día mientras se come el rico plátano que le ha dado su madre.

Escrito por Amalia Martínez Céspedes

martes, 3 de marzo de 2015

La prueba del triple filtro

En la antigua Grecia, Sócrates era un maestro reconocido por su sabiduría. Un día, el gran filósofo se encontró con un conocido, que le dijo muy excitado:

- Sócrates, ¿sabes lo que acabo de oír de uno de tus alumnos?

- Un momento - respondíó Sócrates. - Antes de decirme nada, me gustaría que pasaras una pequeña prueba. Se llama la prueba del triple filtro.

- ¿Triple filtro?

- Eso es - continuó Sócrates. - Antes de contarme lo que sea sobre mi alumno, es una buena idea pensarlo un poco y filtrar lo que vayas a decirme. El primer filtro es el de la Verdad. ¿Estás completamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto?

- No, me acabo de enterar y...

- Bien - dijo Sócrates. - Así que no sabes si es cierto lo que quieres contarme. Veamos el segundo filtro, que es el de la Bondad. ¿Quieres contarme algo bueno de mi alumno?

- No, todo lo contrario...

-Conque - le interrumpió Sócrates, - quieres contarme algo malo de él, que no sabes siquiera si es cierto. Aún puedes pasar la prueba, pues queda un tercer filtro: el filtro de la Utilidad. ¿Me va a ser útil esto que me quieres contar de mi alumno?

- No, no mucho.

- Por lo tanto - concluyó Sócrates, - si lo que quieres contarme puede no ser cierto, no es bueno, ni es útil, ¿para qué contarlo?