domingo, 19 de abril de 2015

Me acuerdo de…


Me acuerdo de…

...cuando mi padre cantaba en francés a su manera “J'Attendrai” mientras yo estaba en mi habitación y me decía que yo no sabría cantar.

...cuando mi padre comía naranjas. Les quitaba el culo y la corona con el cuchillo y luego hacia tajos en la piel a modo de meridianos y le arrancaba la piel siempre con la mano. Luego, la abría también en gajos, nunca partiéndola por el medio.

...cuando mis padres escuchaban una zarzuela y mi madre se enfadaba con mi padre porque siempre silbaba todas las canciones y no le dejaba escuchar tranquila.

...cuando mi hermano y yo estuvimos chistando e insultando desde la terraza a los que pasaban por la calle y nos escondíamos, hasta que bajó el vecino del 7º y subió la vecina del 5º.

...cuando mi sobrina tenía dos añitos y me saludaba con una patada al aire (gracias a Dios, porque si me llega a pillar en la espinilla alguna vez, me hubiera roto la tibia y el peroné con sus zapaticos) y también lo adornaba todo sacándome la lengua.

...cuando mi hermano mayor nos convenció de que si plantábamos los palos de los polos, crecerían poleros.

Cuando me golpeé el dedo jugando al rescate y se me salió el líquido del nudillo. Me miraron por rayos X y yo veía las estrellas cuando el médico me estiraba el dedo, pero no decía nada.

Cuando mi madre me llevaba al practicante para que me pusieran una inyección y me sostenía en su regazo. Recuerdo el olor que había en la clínica y el papel de payasos de la pared.

...cuando hice la comunión, fuimos al Parque de Atracciones a celebrarlo y me tiraba con mis hermanos por la “Alfombra mágica” y hacíamos carreras con nuestros primos, pero mis zapatos tenían un tacón tan gordote, que nos frenaban y no llegábamos nunca a la meta.

...cuando entré en la facultad de Filología el día que empecé el máster en Traducción y tuve la sensación de haberme matriculado en 6º año de la carrera.

...cuando metía la mano en el bolsillo de la bata de mi abuela y siempre me encontraba un Sugus.

...cuando murió mi abuela. Estaba comiendo lentejas y  no entendía por qué lloraba mi madre si mi abuela parecía que estaba dormida.

...una pegatina que tenía mi tío en la ventanilla de su 127. Era una india con plumas verdes y cuando venía a buscarnos los días que llovía para llevarnos al cole, recuerdo cómo ponía los limpias (siempre me ha gustado ver cómo funcionan los limpias).

...cuando me lancé desde un columpio y me golpeó en la espalda, dejándome sin respiración. Si no es por mi hermano mayor, hoy no estaría escribiendo esto.

...la primera vez que se le cayó a Tomasa la cabeza rodando y dejó de llorar, y se lo quisimos esconder a mi madre. Tomasa es una muñeca bebé que quise llamar Milagritos, pero no hubo manera; con dos hermanos varones, al final se quedó con Tomasa. Cuando jugábamos con ella y su hermano, Carlos muñeco que en principio fue una muñeca, hasta que se quedó sin pelo, se le cayó “por accidente” la cabeza y el mecanismo por el cual lloraba dejó de funcionar.

...cuando “el Pera” me sacó a la pizarra en clase de Química y tuve que hacer una fórmula que llevaba sodio. Con los nervios escribí So y por muy rápido que quise borrarlo y explicarle al profe que ya sabía que era Na, no hubo manera, me dejó ahí para burlarse un rato (con cariño).

...cuando fui a Estocolmo con mis amigas y estábamos viendo un maratón que pasaba cerca del albergue. Vimos pasar a un español y le empezamos a animar con tantas ganas que el pobre se volvió para saludarnos y le dio un tirón (estábamos por el kilómetro 40…). :-[

...cuando salía hace años a la sierra con mis amigas los fines de semana y poníamos a Joaquín Sabina, Pedro Guerra o Ismael Serrano en el coche. Esos días eran geniales, pero no solo por salir al campo, porque también esos momentos en el coche lo eran.

...cuando a mi prima le entró la risa tomándonos las 12 uvas y se atragantó. Mi tío la puso boca abajo y la hizo escupir todo.

...cuando trajeron la tele en color a casa. Era una Grundig y yo recuerdo subir rápido del cole porque no me creía que Espinete era rosa.

...el bote que pegué cuando me ofrecieron traducir el primer cuento.

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Hace aproximadamente un año, estaba haciendo un curso de escritura de cuentos y Jorge (Gonzalvo, nuestro profe) nos mandó hacer este ejercicio. Fue muy tierno y divertido, porque cuando leíamos los recuerdos de los compañeros, nos venían más recuerdos a nosotros. Si quieres, prueba a hacer tu propia lista de recuerdos. Y si te apetece, compártela conmigo. 

viernes, 17 de abril de 2015

Fresa, una historia inacabada

Fresa
Fresa estaba junto a la puerta de la frutería, pero la frutería estaba cerrada.

Le venían a la mente imágenes que no podía hilvanar. Recordaba cómo le gritaban los plátanos y un kiwi le decía algo por lo bajini. Las naranjas estaban histéricas, pero las fresas no decían ni mu. Si no fuera porque su color natural es el rojo, diría que recordaba cómo se morían de la vergüenza.

Pero ¿por qué sólo podía recordar esas imágenes y por qué estaba ahora allí sola?

Cuando intentó moverse, sintió un gran dolor en su parte posterior. Vio que estaba perdiendo jugo por un lado y que tenía una raja muy grande. Supuso que habría habido alguna pelea y las cosas debían de haber llegado a mayores, pero no lo recordaba.

¿Y si la frutería no abría hasta la mañana o la semana siguiente?… ¡¿Qué iba a hacer?!

De repente, sintió cómo una mano la agarraba y caía en el bolsillo de un delantal junto con unos trozos de pan, una libreta y un lápiz, unas gomas elásticas y un trozo de algo que no sabía muy bien qué era.

Fresa no sabe qué ha pasado ni tampoco lo que va a pasar. ¿Me ayudas a acabar esta misteriosa historia? 
Quizá quien la agarró es el frutero y simplemente la va a tirar a la basura cuando abra, pero después, ¿quién sabe lo que puede pasar? 
O quizá no es el frutero, sino un señor de Logroño que pasaba por allí. 
Y ¿qué ocurrió para que Fresa estuviera malherida y desmemoriada? 
¿Habría habido una rebelión en la frutería? 
¿Por qué las fresas no la defendieron, si es que el resto de frutas le estaba atacando...?
¿No es alucinante tener en tu poder el control de lo que va a pasar en el futuro y de lo que pasó en el pasadoPuedes echarle imaginación y encontrar las claves para saber qué pasó y qué pasará... 

El final que más mole, será publicado en el blog para que todos podamos leerlo. 

Escrito por Amalia Martínez Céspedes